el balet era su verdadero talento

jueves, 4 de septiembre de 2014
"Yo sooooooy el pirata más
malooo,
Que en las noches de lunaaaa,
Con su pata de palooo,
Canta como un... ¡argggg,
no sé cómo rimar esta parte
de la canción!"
Así se quejaba amargamente
el pirata Pacor Sano Malón,
terror de todos los mares del
mundo, de la galaxia y de
todito el universo. Como era
muy precavido, su barco gi-
gantesco tenía rueditas para
no hundirse, asi como unos
grandes salvavidas alrede-
dor. No quería sufrir ningún
accidente.

Así se quejaba amargamente
el pirata Pacor Sario Malón,
terror de todos los mares del
mundo, de la galaxia y de
todito el universo. Como era
muy precavido, su barco gi-
gantesco tenía rueditas para
no hundirse, así como unos
grandes salvavidas alrede-
dor. No quería sufrir ningún
accidente.
Como no había conseguido
un perico para el hombro,
cargaba un gato que siem-
pre lo andaba rasguñando
porque no lo gustaba estar
subido en el pirata y el agua
no le llamaba mucho la aten-
ción. Su cabeza era adorna-
da por un sombrero de copa
muy elegante pero muy vie-
jo; pero lo que hada especial
a este pirata era que se creía
un artista experto en todas
las artes, así que en sus ratos
libres pintaba paisajes muy
extraños; componía cancio-
nes que dejaba a la mitad
porque nunca encontraba
las rimas adecuadas; escribía
poemas medio feítos con
rimas muy forzadas. Lo que
sí hacía muy bien, pero muy
bien era bailar con su pata
de pafo daba unos giros im-
presionantes: el ballet era su
verdadero talento.

Su tripulación era de unos
veinte corsarios que seguían
a las órdenes del capitán por-
que les caía bien, les daba
espectáculos muy seguido y
porque les gustaba mucho el
mar. Cada vez que Pacor Sa-
rio íes daba una función, ellos
aplaudían muy fuerte... bue-
no, es que podían, porque
varios de ellos tenían garfios
en tugar de manos y cuando
intentaban aplaudir dañaban
su mano sana.
Cuando entraban en comba-
te con otros barcos y gana-
ban, lo único que buscaban
como botín eran obras de
arte; se llevaban los libros,
las pinturas, los instrumentos

musicales y todo lo que les
ayudara a seguir con el arte
marino. Aunque no con la
misma inte aidad del capi-
tán, a todos los demás tam-
bién les gustaba hacer cosas
artísticas.
Cuando yo los conocí, ellos
se pusieron muy contentos,
pues casi no tenían visitas y

no podían interpretar su arte
ante desconocidos. Así que
mi llegada los puso felices y
organizaron la mejor velada
artística de su vida. Coloca-
ron un gran escenario y cada
uno de los piratas, que se
veían muy feroces, ocupa-
ron sus lugares: unos como
parte de la extraña orques-
ta, otros como bailarines y
otros como cantantes. Sin
embargo, Pacor Sario salió
con su mejor vestuario: unas
mayas viejas, una sandalia
de baile en su único píe y
una bufanda muy coqueta
que hacía un contraste muy
gracioso con su presencia
de pirata malvado. Los giros
que dio fueron inolvidables:
su pata de palo le ayudaba
a girar sin fin; los brinquitos
que daba demostraban que
tenía una gran fuerza en su
pierna y media y una gran
experiencia en el ballet.
Cómo me gustaría ver de
nuevo ese gran espectáculo.

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