las respuestas o la otra pregunta

jueves, 4 de septiembre de 2014
Una cálida tarde de verano,
Adán caminaba por el bos-
que de Molestonia en busca
de la verdad. Le preguntaba
lo mismo a las aves canoras,
que a las flores silvestres,
en dónde podía encontrar
la verdad, ía única, real y
absoluta verdad. "Para qué
quieres saberlo", le dijo el
cocodrilo desde el lecho
del río. "Porque aquel que
conoce la verdad no puede
ser engañado jamás", res-
pondió Adán. "Yo busco la
sólo la respuesta acertada,
lo demás no me interesa."
El cocodrilo sonrió y le dijo:
"para encontrar una res-
puesta, primero hay que
pensar en una pregunta.
Pero cuidado, si la pregunta
no es correcta, la respuesta
estará también equivoca-
da". Adán miró al cocodrilo
sin comprender del todo lo
que le decía. E! cocodrilo le
explicó con paciencia infini-
ta; "Adán, antes que pensar
en la respuesta, es necesario
tener la pregunta adecuada.
¿En verdad crees que existe
una sola verdad?, es como
decir que existe también una
sola y única pregunta que lo
responde todo. Pero mira a
tu alrededor, los habitantes
del bosque somos tan dis-
tintos... la abeja y el colibrí,
en nada se parecen al conejo
o al ciego topo; el pino ma-
jestuoso es bien distinto de
aquel modesto arbusto... no
puede existir una verdad que
los abarque a todos". "Creo
entenderlo", dijo Adán. Y se
alejó pensando que había
encontrado su verdad abso-
luta: "lo que buscas, está en
lo que preguntas, no en lo
que respondes y este princi-
pio sí los abarca a todos". Sin
saberlo, el cocodrilo le había
dado la respuesta.


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